Existe cierto
tipo de situaciones, que en otrora te establecían como caballero y un hombre de
bien. Y que hoy en día te dejan como Farinelli
il Castrato (*) en el mejor de los casos.
Pongo en situación:
Visitas a esa
amiga, que nunca fue mucho más que eso: una buena amiga que ahora vive en otra
ciudad. Tenéis un fin de semana bastante completo, pero con una sorpresa
imprevista que de vez en cuando os viene a joder, a dar por culo bien dado:
ella se ha enamorado pero no es correspondida. Y es que ahí está el problema,
en esa última parte, esa falta de correspondencia que la ha vuelto un poco
loca.
Ya sea por falta
de espacio, que en un piso de 70 m2 para tres inquilinos es más que
comprensible (ella y sus dos compañeros), o porque simplemente donde hay
confianza, la hay, duermes en su cama. Y ella a tu lado.
Antes de meteros, te pregunta si no te importa
que duerma en bragas. Ya la has visto casi desnuda más de una vez, y según sus
palabras: “eres como mi hermano”. Porque un tío nunca diría eso. Permíteme el
inciso, si ya es difícil demostrar que solo tienes una amistad con una tía, es
decir, probar la existencia de la amistad pura entre chico y chica, demostrar
un sentimiento fraternal entre ambos es imposible (a un tío siempre le
apetece). Ese día, que se me ha olvidado contarlo, habéis salido de fiesta,
ella se cruzó con su enamorante pero que no quiso hacer de enamorado. Y si
quizás a partir de ese momento la fiesta se acabó, el alcohol y la conversación
de turno, no.
Dicho esto,
volvamos a la cama, donde dormís ambos. A eso de la media hora o una hora de
estar en el sobre, notas una mano, algo fría y de una humedad salina, que te
toca donde te gusta que te toquen. Ella te habla, y te llegan sus palabras, su
despecho, su aliento aun etílico y sus
besos faltos de amor, y piensas: "ahora, ¿qué coño hago yo?". Porque
lo primero que habla es el cuerpo, que entiende mucho, y te dice: "déjate
llevar". Aunque más que decírtelo el cuerpo es un personaje de acción, así
que actúa, y sientes al árbol que tienes a media altura crecer. Pero el
cerebro, que es como uno de esos inspectores de hacienda que llegan tarde a los
casos de corrupción, te dice "Achtung" (porque desde Kant la razón
paso a ser germana). Veamos como sucede a pie de cama:
—No,
Elena —le dices.
Elena no te
habla, su cuerpo caliente sí, no para de hablarte, es un monologuista
incansable que no deja dialogar. Así que la apartas con cuidado, suave pero con
intención, como el empujón de un niño.
—Pero,
¿por qué no? —te pregunta.
Ahora es el
turno de Immanuel, y sueltas esa serie de razonamientos que ni tú te los crees.
—Porque
si lo hiciésemos. Imagina que lo hiciésemos —así que te lo imaginas, porque
esto ya es más para ti que para ella—. Lo haríamos sólo por una razón: porque
nos apetece. Y hay muchas razones por las que no hacerlo: ¿no te parece que
tenemos una buena amistad? A mí, y seguro que tú también piensas así, no me
apetecería joderla por el sexo, además de que estás pilladísima por ese chico y
que estás borracha. Y yo también estoy borracho... Es mejor que no lo hagamos.
Y te quedas en
silencio, y ves como has puesto a la pequeña germana, que tiene Elena dentro de
la cabeza, a trabajar. Tú, desnutrido por el esfuerzo, esperas que insista y te
puedas alimentar de ese pequeño gran deseo que te consume. Os miráis un buen
rato, y habla ella:
—Pero...
—y hace un último intento, desganado, sin alma. Que sabes que si lo
aprovechases, ahora serías tú el rechazado. Así que esperas.
Ella se da media
vuelta. Y te quedas solo en la cama acompañado, pensando que en otro tiempo por
algo así serías un héroe de novela (romántica al menos); un caballero de capa,
frac y chistera. Pero que ahora no eres más que el conejo que sale del sombrero.
Y que mañana vendrá la mofa, que puedes haber perdido a una amiga por no haber
sabido consolarla y...
—Al
menos, déjame que te abrace —te susurra.
Y con esa
suplica y el abrazo fraternal, cálido y de la ternura navideña que lo acompaña,
cierras los ojos. Y al rato te duermes.
Farinelli Il Castrato |
(*): Término
campechano, originario de la región de la huerta de Murcia con influencias
italianas. Viene a significar: “mariquita, gilipollas”. Entendiéndose ambos
términos en el sentido hispánico de: “dejar pasar una oportunidad”. Totalmente
inventado, por cierto.
SUBNORMAL, PERO COMO TE SACA LA PASTA ESE ENGAÑATONTOS DEL EZCRITOR
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